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Foto del escritorLaura Palacios

«Antes libre que cristiana»

Crítica realizada por Susana Inés Pérez


La compañía Vaivén trae al Teatro Fernán Gómez de Madrid la obra Yo, la peor del mundo, escrita por Antonio Muñoz de Mesa y dirigida por Olga Margallo. Cuenta con la música de Iñaki Salvador y las interpretaciones de Ugaitz Alegría, Nerea Gorriti, Ylenia Baglietto, Ana Pimenta e Itxaso Quintana.

Se trata de una biografía musical de Sor Juana Inés de la Cruz, acompañada de fragmentos de sus poemas y reflexiones en torno al abuso de poder, el feminismo y la libertad. Sor Juana rompió los esquemas de muchos de su época, especialmente los del padre Miranda. Vaivén pone en valor con esta obra el legado de esta monja (sin vocación, dicen algunos), su genialidad, su talento como escritora, en definitiva, el valor de una mujer de dejar atrás la vida que su tiempo exigía y lanzarse a la aventura. De una mujer que prefería “desobedecer y fracasar a triunfar y obedecer”; o estas son las palabras que se ponen en su boca muy acertadamente.

El espectáculo comienza cuando los actores se reparten los papeles a interpretar como familiares de Sor Juana. El entrañable abuelo (Ugaitz Alegría, actor de gran versatilidad) enmarca la obra; su biblioteca muestra a una niña, Juanita, interpretada maravillosamente por Itxaso Quintana, ávida de conocimientos, de lectura. Aquella que, años más tarde, se enfrentará a un a un hombre de la Iglesia con su “Carta Atenagórica” y sufrirá las consecuencias. Los actores van presentando sus personajes mencionando la relación con la niña, lo que, en un principio, podría parecer pedagógico en exceso o infantil; no obstante, el desarrollo de la obra lo desmiente.

Nos atrapan los números musicales también, o debería decir la voz de los intérpretes. Más allá de los poemas cantados, (no podía faltar aquel de “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón”), destaca la pieza en que una monja (Ylenia Bagglieto, estupenda actriz cómica) le canta a Sor Juana las delicias de convertirse en monja y olvidarse de sus exigencias como mujer; también el tema central de la obra que hace alusión, mediante los pasos de baile, a su origen mexicano, y en el que se hace algún que otro guiño a la posible procedencia vasca de su padre, y que dice así: “antes libre que cristiana”.

Considerado por muchos una feminista avant-garde, la obra recorre sus supuestas relaciones sentimentales con dos virreinas de la Nueva España, su ansia de libertad, de ser quien quería, sin atarse a los preceptos de su época, incluso de estudiar en la universidad. Con el propósito de resaltar la actualidad del pensamiento de Sor Juana, y también el arduo camino de la mujer a lo largo de la historia, no faltan alusiones a los debates televisivos y a las redes sociales. La magia del teatro se despliega cuando los que están sobre el escenario se dirigen al público “de otra época”.

De gran calado y belleza es la escena en que una desenfadada virreina María Luisa (Ana Pimenta) declara su amor por Sor Juana, a través de un profundo e ingenioso parlamento que opone la vida de reclusión de Sor Juana y su prolífica e interesante obra literaria e intelectual, pero, como suele sucede, y como la virreina le dice a su amada: “tu obra rescatará tu vida”. En la misma línea habla el personaje de Nadie (Nerea Gorriti), una especie de ángel de la guarda o visionaria cuya presencia es determinante para el debate y el futuro de Sor Juana.

Yo, la peor del mundo es una obra original, casi excéntrica, acertada y bien documentada; lejos de resultar dogmática o propagandista, incluye la multitud de puntos de vista, de voces, de mujeres y de deseos. El montaje es atrevido, directo, trepidante y también divertido. Más allá de ofrecer una única interpretación de la vida de Sor Juana, quiere comunicar el gran valor de su obra y su genialidad, asignar a esta figura histórica su bien merecido estatus de icono rebelde y libérrimo. Algunos pensarán que era lesbiana, otros no; algunos dirán que no se metió en el convento solo por las habladurías o que tenía vocación verdaderamente, otros no; pero todos disfrutarán e incluso aplaudirán entre canción y canción.

 

Fuente: EnPlatea

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